La cuestión no es si deben manipularse las imágenes
sino cómo hacerlo, y también cómo utilizarlas correctamente para “decir la
verdad”. Martha Rosler
Para Lukacs, la obra es un modo de
conocer la realidad histórica. Inspirados en la tradición mimética
aristotélica, los representantes de la estética marxista son fieles a los
presupuestos de la filosofía idealista en lo que se refiere al arte como
conocimiento e incluso como revelación de la verdad. En el momento de la
invención de la cámara fotografía, el año 1839, Comte estaba terminando su Curso de
filosofía positiva. Positivismo, cámara y sociología nacieron y crecieron juntos
sostenidos por la creencia de que todo hecho registrado por los científicos
permitiría conocer y ordenar tanto la naturaleza como la sociedad. La verdad
ocuparía el lugar de la subjetividad y el lado más oscuro del alma se
iluminaría con el conocimiento empírico. La fotografía era idolatrada porque se
adecuaba al Credo realista de la reproducción. Sin embargo, para Baudelaire eso
suponía la irrupción fatal de la industria en el arte. Fatal porque se va a
cambiar la percepción: los “ojos se acostumbran a considerar los resultados de
una ciencia material como productos de lo bello” con lo que disminuirá la
“facultad de juzgar y de sentir” lo más etéreo e inmaterial, lo soñado, lo
imaginario.
Foucault
en el primer capítulo de Las palabras y las cosas, analiza las
Meninas: Velázquez se aleja del bastidor donde está pintando y mira a la
modelo, ¿o es a nosotros a quienes mira ligándonos a la representación del
cuadro?. En cualquier caso contemplador y contemplado intercambian sus miradas
incesantemente. El espejo del fondo en cambio atraviesa todo el campo de
representación y restituye la visibilidad a lo que permanece mas allá de
la mirada (Foucault, 2010: p21-34). El espejo es el soporte de una carga
simbólica muy rica en el orden del conocimiento. El de la madrastra de
Blancanieves está obligado a decir la verdad. Pero la etimología de espejo nos
lleva a speculum, palabra latina de la que también deriva especulación.
Reflejo “verdadero” y reflejo especulativo. Fotografiar
es extraer lo invisible del espejo y revelarlo.
Espejos
y cámaras fotografías regidos por la intención de uso, desde la constatación
científica a la fabulación poética. La fotografía es
una instantánea, no es la verdad si bien se propone que todo lo visible es un hecho
y que los hechos contienen la única verdad. La
investigación científica utiliza la fotografía como evidencia dentro de un
marco conceptual pero no habla de toda la realidad: la imagen de una herida
puede describir la fisicidad de esta pero no dice nada de la experiencia del
ser humano que sufre. “Una foto de la factorías Krupp enseña paredes y
personas pero no nos dirá nada de las relaciones de explotación que allí se dan”
decía Bertold Brecht (Benjamin 2008: pp 50-51). La fotografía no puede ser
negada porque posee categoría de realidad, lo que hay que examinar es si puede
o no dar significado a los hechos (Berger y Mohr, pp 98-100).
La idea de “esto ha
sido” y aún más de “es esto”, es decir no solo lo real sino la verdad, está en
las bases “ontológicas” de la fotografía (Barthes 2011, p 91-99). Pero la fotografía no
es tanto una copia, sino más bien una representación y eso implica una
transformación. Tan solo una década después
de que el proceso de negativo y positivo de Fox Talbot reemplazara al
daguerrotipo, a mediados del 1840, se inventó la primera técnica de retocar el
negativo y… ¡la noticia de que la cámara podía “mentir” popularizó el afán de
fotografiarse! (Sontag, pag 90).
Las teorías posestructuralistas cuestionan la idea de objetividad y
extienden el pesimismo en la posibilidad de la imagen para comunicar “verdad”. La
representación surge del principio de que el signo y lo real son equivalentes.
La imagen como reflejo de una realidad a la que enmascara o la imagen que en
realidad enmascara que no hay realidad; Lo real se sumerge bajo los simulacros
o la hiperrealidad (Baudrillard, 2001, pp253-254). Realidad y ficción, vida y
representación, arquetipo y simulacro. La desconfianza se ahonda aún más con la
digitalización de la práctica fotográfica que la convierte en el paradigma
inmaterial de la cultura visual contemporánea: la facilidad en ser manipulada
hace dudar incluso su mera existencia.
Y sin embargo, las imágenes de Goya siguen impactando en
el presente porque nos dan claves de comprensión sobre el ser humano. No en
vano diría el compositor Michael Nyman que “Goya vio a Hitler antes de que
Hitler viera a Goya” (libreto de la ópera Facing Goya). Por
alguna razón, en la primera Guerra del Golfo el poder militar
americano controló a los periodistas encargados de la representación del conflicto
bélico de manera que vimos fue una guerra “limpia”, sin sangre. Si las imágenes
ya no son capaces de enfurecernos de manera que cambiemos nuestros enfoques políticos,
Donald Rumsfeld no se habría mostrado tan disconforme con la publicación de las
fotografías de Abu Grhaib (Butler 2010, 106). Mi reflexión es que el coste social
y político de sembrar tanta duda y de sustraer a las imágenes de toda su
capacidad de comprensión crítica de la realidad parece
demasiado interesante para el poder.
A MODO DE CONCLUSION DE ESTAS REFLEXIONES SOBRE FOTOGRAFÍA:
En humanidades las respuestas nunca son concluyentes ni siquiera estadísticamente significativas. Los gigantes a cuyos hombros me encaramo me han abierto ventanas y en algunas ocasiones, me han anclado a terrenos conocidos y por tanto, menos apetecibles. Reconozco que los utilizo para contrastar positivamente mis amores, por la fotografía, por el arte, por la gente, por la vida. La imagen puede ser un grito, una piel compartida porque la representación pone en juego nuestra memoria. Si detenemos el tiempo de consumo y los ojos “vuelven a mirar”, rompemos las barreras de los estereotipos que nos protegen de la realidad y de la aventura humana (Hanna Arendt). Creo que es posible una fotografía que se aleje discretamente para que el espectador piense y que respete la dignidad de las personas. Y pienso que la imagen sola no es suficiente. Estoy aún bajo la impresión que me produjo el testimonio de la esposa de Adis Smajic, víctima de la guerra en Bosnia fotografiado repetidamente por el gran periodista, fotógrafo y sobre todo, ser humano, Gervasio Sánchez (programa TVE2 Imprescindibles). Me mostró cuán elocuente se expresa el corazón de una persona con las palabras, más que todas las imágenes por más significativas o emblemáticas que hayan llegado a ser.
En humanidades las respuestas nunca son concluyentes ni siquiera estadísticamente significativas. Los gigantes a cuyos hombros me encaramo me han abierto ventanas y en algunas ocasiones, me han anclado a terrenos conocidos y por tanto, menos apetecibles. Reconozco que los utilizo para contrastar positivamente mis amores, por la fotografía, por el arte, por la gente, por la vida. La imagen puede ser un grito, una piel compartida porque la representación pone en juego nuestra memoria. Si detenemos el tiempo de consumo y los ojos “vuelven a mirar”, rompemos las barreras de los estereotipos que nos protegen de la realidad y de la aventura humana (Hanna Arendt). Creo que es posible una fotografía que se aleje discretamente para que el espectador piense y que respete la dignidad de las personas. Y pienso que la imagen sola no es suficiente. Estoy aún bajo la impresión que me produjo el testimonio de la esposa de Adis Smajic, víctima de la guerra en Bosnia fotografiado repetidamente por el gran periodista, fotógrafo y sobre todo, ser humano, Gervasio Sánchez (programa TVE2 Imprescindibles). Me mostró cuán elocuente se expresa el corazón de una persona con las palabras, más que todas las imágenes por más significativas o emblemáticas que hayan llegado a ser.
Memoria y visión se conjugan, mirar
supone una expectativa de que las apariencias revelen algo. Tras sufrir un
cáncer el año pasado, empecé a percibir que las cosas tenían otra intensidad. Y
cómo no, en este trabajo me he encontrado a un “compañero de viaje”: Kanafani,
escritor palestino, describe el dolor que sintió ante la amputación de la pierna
de Nadia extendiéndose por las calles … toda Gaza palpitaba con tristeza, como
una reivindicación por la pierna amputada.
Ver plásticamente, no es simplemente
ver, es trazar un itinerario que, a partir de los componentes visuales, nos
permite llegar a un universo completo, mental o espiritual donde los elementos
cobran sentido (Jiménez, p 16). Me interesan los conceptos de mapa
y atlas. La clasificación de Borges, recogida por Foucault en el prefacio de Las
palabras y las cosas, provoca risa pero nos hace pensar en qué medida
estamos creando marcos y cuadros de inteligibilidad. El atlas desvela
relaciones íntimas y secretas de las cosas, acepta lo múltiple, nuevas analogías
inagotables en los espacios y los movimientos de la historia (Didi-Huberman p
58). Pero sin neutralidad ni desorientación. Llevo mis brújulas. Así por ejemplo me gusta Paul Klee, un ejemplo de decisión artística, de comenzar de nuevo con poco y
construir con casi nada. Admiro a Atget porque se pone del lado de los que tienen que
arreglárselas como pueden y no vaciló en renunciar a toda posición artística. Me conmueven
Evans y Agee en la Alabama de la Gran Depresión, que hicieron suya la práctica
del “doloroso muestreo del caos de la historia” (Didi-Huberman p 116).
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